domingo, 24 de julio de 2011

EN BUSCA DE UN HOMBRES HONESTOS





Diógenes de Sínope fue exiliado de su ciudad natal y trasladado a Atenas, donde se convirtió en un discípulo de Antístenes, el más antiguo pupilo de Sócrates. Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una linterna encendida diciendo que “buscaba hombres” (honestos). Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él). Ocasionalmente estuvo en Corinto donde continuó con la idea cínica de autosuficiencia: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad. Según él, la virtud es el soberano bien. La ciencia, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades

Luego de leer las breves informaciones acerca de la vida de Diògenes; te animarías hacer inferencias sobre la tira còmica "Diògenes y Boquechiv" producida por el caricaturista dominicano Harold Priego?.

EL GUISO DE LENTEJAS

Un día, Diógenes estaba comiendo un plato de lentejas, sentado en el umbral de una casa cualquiera. No había ningún alimento en toda Atenas más barato que el guiso de lentejas. Comer guiso de lentejas significaba que te encontrabas en una situación de máxima precariedad.

Pasó un ministro del Emperador y le dijo:” ¡Ay Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y adular un poco más al Emperador, no tendrías que comer lentejas”.

Diógenes dejó de comer, levantó la vista y, mirando intensamente al acaudalado interlocutor, comento: “! Ay de ti, hermano! Si aprendieras a comer lentejas, no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador.