
Pasó un ministro del Emperador y le dijo:” ¡Ay Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y adular un poco más al Emperador, no tendrías que comer lentejas”.
Diógenes dejó de comer, levantó la vista y, mirando intensamente al acaudalado interlocutor, comento: “! Ay de ti, hermano! Si aprendieras a comer lentejas, no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador.
Hemos recurrido desde principios de nuestros tiempos a ser aduladores para conseguir de una "manera fácil" lo que queremos, no nos detenemos un minuto a pensar ciertas cosas, como por ejemplo: "amor propio", "integridad", "satisfacción de alcanzar cosas por nuestros esfuerzos". Hemos dejado nuestra dignidad incluso con tal de "vivir bien". muchas veces me pregunto: ¿Por qué caemos tan profundo? hace mucho tiempo que no reconozco a las personas, desde pequeña pensé que eramos de otra manera, y ahora de grande veo que no. ¡Me quedo siendo Diogenes y saber que soy auténtica, que brillo con luz propia, aunque muera comiendo lentejas!
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